Problemas y consecuencias de humanización de
animales
“Las mentes más profundas de todos los tiempos han sentido
compasión por los animales.” Friedrich Nietszche
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Introducción.
Los humanos somos la especie dominante, por nuestros actos y
las repercusiones de éstos en el planeta. Desde los albores de nuestra
existencia como especie, nuestra capacidad racional nos ha hecho capaces de
objetivizar el mundo, y a través de la techné,
moldear nuestro entorno para complacer nuestra voluntad, y permitirnos un
estilo de vida relativamente cómodo.
Nuestro ejercicio activo de dominación no se limita a la
creación de un espacio para nuestro hábitat, sino que incluye la domesticación
de animales salvajes. Nuestros antepasados comprendieron que la racionalidad
animal que nos hacía superiores se encontraba en diferente grado en otras
especies, y aprovecharon su capacidad intuitiva para establecer relaciones de
cooperación entre especies bien conocidas; los animales domésticos varían desde
los animales meramente de consumo, como
puede ser una gallina, a los de apoyo en las tareas, como caballos, vacas y
bueyes, elefantes, etc., dependiendo de la cultura.
Desde la perspectiva occidental, tenemos claro cuáles son
los animales que se vinculan a las relaciones de domesticación. Sin embargo, la
relación con estos animales ha cambiado, pero al mismo tiempo que nuestra
sociedad ha cambiado.
Este artículo se centra en el impacto del estilo de vida, de
las relaciones sociales, económicas y tecnológicas, sobre el individuo humano,
y cómo el cambio de percepción de la realidad hace que nuestra relación con los
animales que clásicamente han compartido nuestro hábitat en calidad de
cooperación o mutuo beneficio, han sufrido un desplazamiento y están siendo
degradados a objeto.
Algunos aspectos terminológicos.
Para establecer algunas ideas, aparte de la introducción, es
necesaria una reflexión sobre la situación social.
Es interesante para todo aquel que busque conocimiento
acerca del hombre contemporáneo un vistazo a autores bien conocidos por sus
análisis de la situación social de los últimos 60 años, al menos. Entre ellos,
cabe destacar de Th. W. Adorno, la Dialéctica
de la ilustración. En este libro, plagado de sentencias como jarros de agua
fría para el ego moderno, podemos tomar algunas directrices de lo que puede
definir al hombre contemporáneo; su miedo a la naturaleza y lo irracional que
hay en ello, su soledad ante el mundo, el desencanto y la pérdida de valores,
la crueldad con los demás, la cosificación de todo lo que no es sí mismo, etc.
Saliendo un poco de lo patológico, encontramos autores que
defienden que esta clase de relación con la naturaleza está inserta en nuestro
ser, y el alejamiento de ello produce la enfermedad. Erich Fromm nos lo
presentó como un sentimiento negativo, la necrofilia, la pasión por lo muerto
(la ciudad está llena de muerte, edificios, carretera y coches, donde no hay
nada orgánico) está en el origen de la metrópolis, frente al amor a lo vivo y a
la vida, que no surge de la razón, sino de nuestra “alma”.
La biofilia, “es nuestro sentido de conexión con la
naturaleza y con otras formas de vida de carácter innato y producto evolutivo
de la selección natural que actúa en especies inteligentes cuya supervivencia
depende de la conexión estrecha con el ambiente y de a apreciación práctica de
las plantas y de los animales. Biofilia (Biophilia en
el original inglés) es un libro de Edward
Osborne Wilson escrito
en el año 1984[1]”
He presentado un largo rodeo, pero con el objetivo de hacer
una panorámica de cuál es el problema: el propio ser humano está “enfermo”, y a
desvirtuación de él mismo está muy vinculada a la vida en sociedad, y en
grandes ciudades, que lo aleja de un estado de contacto con la naturaleza y con
lo vivo, con la vida al desnudo. Está sometido a miles de relaciones abstractas
y virtuales, que hacen que su vida se centre en lo “mental” pero no siente el
contacto con lo físico como natural.
El hombre, que
algunos ya catalogan como “homo esquizo[2]”, sigue
manteniendo algunos de sus vínculos con los animales, pero como bienes de
consumo, en el caso de los animales de granja, y mide desde la técnica, no el
trato más natural o intuitivo para relacionarse, sino el más económico,
haciendo de estos un recurso fungible. Por otro lado, los otros animales
típicamente de compañía, como los perros, están sufriendo las consecuencias de
nuestro desequilibrio. Entraremos en cada caso para desmigar el problema.
Finalmente,
añadiremos los aspectos legaliformes y los éticos con algo más de concisión,
para todo aquel que quiera indagar más en el estatus de los animales en nuestra
sociedad.
¿Cuándo humanizamos a los animales? Y ¿Qué causas desencadenan
dicha humanización?
Entendemos como humanización o antropomorfización cuando le
damos a un animal las características propias de una persona, la “manipulamos” o damos forma humana. Por
ejemplo, adscribimos a animales cualidades humanas como llorar porque está
triste, el deseo de venganza, actos o comportamientos concretos.
Varios casos investigados en universidades de EEUU arrojan
algo de luz a través de casos de animales domésticos, como el perro.
Es bien sabido que los perros descienden evolutivamente del
lobo. Su apego a la especie humana hizo que se fomentara la relación de
cooperación y se fue adaptando a un comportamiento concreto. Entre otros, un
perro tenderá siempre a defender su territorio, jerarquizar la familia
(manada), marcar su territorio, “luchar” por comida, etc.
Un acto de domesticación
de los perros consiste en la
convivencia reglada con este animal, reglas y normas que al fin y al cabo
obedece al interpretar que su amo es el jefe de la manada. Los cánidos comprenden
muchos gestos y grados de tonos que emiten sus amos, y llegan a un
adiestramiento que les ayuda a ubicarse de manera íntegra en el seno de una
familia. Son animales muy sociales, como nosotros, y comparten en común con
nuestra especie detalles como escuchar la música, y disfrutan del juego como
nosotros, por lo que son capaces de jugar con nosotros y no malinterpretar las
señales del juego como sumisión o violencia.
El proceso de adiestramiento es inevitable; el perro en su
desarrollo natural, aprende a comportarse, tanto si el amo le enseña
activamente como si no. El cachorro juega con los individuos que le rodean, y
aprende su lugar mediante esa estrategia, por eso es importante ser consciente
de que va a aprender a comportarse con sus amos a través de las respuestas de
estos.
Hasta aquí puede parecer una descripción bastante llana y
poco innovadora. Veamos qué es maltrato.
Este grupo de científicos muestra que animales que no han
sido sometidos a violencia o maltrato físico por parte de sus amos presentan
comportamientos confusos hacia la jerarquía, son más agresivos de lo normal,
más dominantes, y sufren trastornos como estrés o depresión.
Las investigaciones de estos casos muestran que, aunque
parezca lo contrario, lo que daño psicológicamente a estos animales fue
tratarlos como niños, o sustitutivos de estos. Los instintos naturales de estos
animales fueron reprimidos, ya sea mediante la ausencia de jerarquía y
autoridad, o mediante la negación de la manifestación de conductas animales
(lamerse genitales, conducta sexual, frotarse o marcar el territorio con orina,
es decir, no enseñarles que el lugar para ello es la calle, no educarles)
desemboca en que el animal pretende ser el
líder de la manada, y como líder, tiene que organizar la manada, y lo
manifiesta conductualmente queriendo ser el primero que come, dormir donde
quiere, etc.
Estos estudios analizan la raíz del problema de la confusión
del animal. Este siente frustración, necesidad de luchar por ser líder,
incoherencia e irreverencia en su entorno, y desorientación. La posible
explicación que manejan es que el animal se confunde y cree que es un humano,
y cuando percibe su incapacidad para entender, hacer o desenvolverse como los
humanos, entra en conflicto consigo mismo. Los animales son capaces de entender
la intención; cuando se castiga a un perro y se le “azota”, gemirá porque comprende que se le está
castigando, y tras un adiestramiento, comprenderá por qué, y sin embargo,
cuando le pisas el rabo por un despiste, gemirá manifestando el dolor, pero
entiende que ha sido un accidente. Si aceptamos esto, vemos que el perro siente
que todo su entorno espera de él un comportamiento humano, y de hecho, así es el caso: la patología
humana hace elevar al nivel humano a un animal doméstico por su desesperado
intento de eludir la soledad, o evitar la autoreflexión.
Su frustración y estrés puede venir causada por ello, pero
se ha estudiado que en los perros con mayor capacidad intelectual (así es, al
igual que las personas, hay también grados de inteligencia) la frustración se
torna depresión, porque llegan a comprender que no son humanos, y no son
capaces de cumplir con la exigencia del amo/grupo. El animal entra en una
espiral de depresión que saca fuera de lo “raro” a su comportamiento para
llevarlo al extremo, pudiendo llegar a ser violento e incluso en casos
desembocando la muerte del animal por tristeza o “suicidio”.
Tomando aspectos legales, en
EEUU donde se iniciaron estas investigaciones, ya se ha alcanzado un
punto de consideración y sensibilidad hasta el nivel de calificar el “maltrato
psicológico animal” como delito y ser sancionado o penado.
Muchos otros países
desarrollados si han incluido en su legislación el reconocimiento del maltrato
físico de los animales, penándolo con sanciones, y reconocen que un criterio de
actuación ético es la estimación del dolor. Tras superar el “cartesianismo
legal” que consideran los animales como máquinas, se está extendiendo la (por
otro lado bastante intuitiva) idea de que los animales sienten dolor, y por
tanto si está en nuestra mano debemos evitar el sufrimiento. Aún son muy pocos
los reconocen el maltrato psíquico (como depresión), y se puede apreciar
mucho más cerca de lo que imaginamos el sufrimiento psicológico animal circos
en malas condiciones, zoológicos inadaptados, o mascotas estresadas. Y, de
hecho, incluso en esos países donde es reconocido el maltrato psicológico se
mantiene un sistema de explotación intensiva ganadera de manual, donde los
animales son llevados a la extenuación, física y psicológica, son engordados y
criados en cautiverio, hacinamiento o en recintos superpoblados, multiplicando
el número y la virulencia de enfermedades físicas y psicológicas que cualquier
granja tradicional afronta.
Volviendo a la humanización, el estudio se ha extendido a los
animales más cercanos al hombre, no sólo perros; gatos, vacas, caballos, felinos de gran porte
(tigres, leones, etc.), elefantes, etc., entran en la investigación con sus
particularidades, pero compartiendo muchas similitudes.
La consideración ética de los animales lleva preocupando
siglos al hombre; desde J. Bentham a los más actuales debates con autores como
P.Singer entre otros, pero la “liberación animal” parece ser uno de los temas
pendientes para este siglo. No es más que otro síntoma de una sociedad que
avanza tecnológicamente a un ritmo vertiginoso, pero que éticamente se mantiene
estancada en el pasado. Tal vez esta cuestión, la de la consideración animal en
cuanto su naturaleza, en cuanto su ser-en-el-mundo, sea otra llamada de
atención a la necesidad de acompasar la mejora del bienestar con el a priori más básico, pero más difícil de
tener en cuenta; nuestro tiempo está limitado, y vivimos en un planeta finito.
Si nuestra necesidad de avanzar para no pensar en nuestro vacío, nos hace
olvidarnos de lo que vivimos, si nuestra forma de vida nos lleva al estrés, la
soledad, la depresión, si nuestro malestar en el mundo se traduce en más
sufrimiento para la sociedad, si nuestra tristeza lleva a la proyección de un
ideal humano en animales, si nuestra insaciable necesidad de placer nos lleva
al abuso, al consumo, a la crueldad con los animales que antes nos acompañaban
en el establo, si puedes identificar cada uno de estos casos, tal vez seas
capaz de ver que se necesita un cambio de actitud y de ritmos.
Nos podemos plantear la pregunta de ¿Qué perro es más feliz,
el que guarda el rebaño al aire libre, o el de nuestros hogares? Desde el punto
de vista idílico sería el perro pastor al aire libre, pero desde otro punto de
vista, el científico o social, ambos pueden ser felices siempre y cuando
cumplan sus necesidades naturales, y les quede claro las diferencias y
jerarquía de sus actos y comportamiento.
"La no violencia lleva a la más alta ética,
lo cual es la meta de la evolución. Hasta que no cesemos de dañar a otros seres
vivos, somos aún salvajes." Thomas
Edison.
Laura Checa Gómez, Tesorera y Directora Dptos. Divulgación y Coordinación.
Emilio José Rodríguez Rodríguez, Presidente de AMECO.
Laura Checa Gómez, Tesorera y Directora Dptos. Divulgación y Coordinación.
Emilio José Rodríguez Rodríguez, Presidente de AMECO.
REFERENCIAS:
[1] Curiosamente en 1984, los seguidores de la ciencia ficción sabrán relacionarlo. A parte de esta casualidad, para más información, http://es.wikipedia.org/wiki/Biofilia
[2]
Guattari y Deleuze, son los dos
autores principales que ya nos colocan como animales psicológicamente enfermos,
esquizofrénicos. Mil Mesetas es un
libro para los más hábiles que puedan entender, yo personalmente no entro en
comentar más de ellos, por mi falta de maestría con su forma de escritura.
PERRY, C & JONES, G. E. (1982).- On animal rights.
International Journal of Applied Philosophy.
FOX, M. A. (1978).- Animal liberation. A critique.
Ethics.
Lagoni, L; Butler, C & Hetts, S. THE HUMAN - ANIMAL BOND AND GRIEF.W.B. Saunders Co. Philadelphia.
Carruthers, P. LA CUESTION DE LOS ANIMALES: teoría de la moral aplicada. Cambridge University Press; Gran Bretaña.
Dolins, F. ATTITUDES TO ANIMALS: Views in animal welfare. Cambridge University Press; United Kingdom.
Dunlop, R & Williams, D. VETERINARY MEDICINE: an illustrated history. Mosby -Year Book, Inc. Missouri.
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