El lirón careto durante la hibernación entra en un profundo sueño, más prolongado en las zonas más frías, periodo en el que baja la temperatura corporal para adaptarla al entorno, reduce la respiración y los latidos del corazón considerablemente, con el objeto de reducir al mínimo el consumo energético, reducido al imprescindible para mantener la funcionalidad de sus órganos vitales.
A lo largo de este período va consumiendo lentamente sus reservas pudiendo perder hasta el 50 % de su peso.
En lugares de clima estival muy caluroso y con escasez de alimento por la sequía veraniega también puede entrar en un letargo de menos intensidad que la hibernación conocido como estivación.
Se ha constatado en los últimos tiempos, de modo general, que los lirones caretos eran más abundantes hace unos años que ahora, sin que estén claras las causas de este descenso poblacional.
Se ha considerado en algunas hipótesis que se han visto afectados en su capacidad reproductiva por insecticidas y pesticidas que han disminuido la capacidad de fecundación de la especie, muy sensible a los mismos por el papel que desempeña en la cadena trófica, al alimentarse de insectos, caracoles o arácnidos que sufren directamente los efectos de los fitosanitarios.
Si bien el lirón careto no suele presentar incidencias sobre otros animales, puede motivar el desplazamiento de poblaciones de pájaros que se ven molestados en sus nidos por el lirón careto.
No suelen ser presa de otros animales el lirón careto, aunque puede ser víctima de zorros, ginetas, garduñas o el gato montés, además de rapaces nocturnas y del ratonero en las rapaces diurnas.
Cuando están las crías en el nido y en las situaciones de letargo estival (estivación) suele ser presa de las culebras de collar y de escalera, que al localizarlos indefensos o dormidos aprovechan la ocasión para devorarlos.
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